El Salvador ha dado un paso significativo al aprobar una controvertida reforma constitucional que permite la reelección indefinida del presidente, planteando serias preocupaciones sobre la salud democrática del país. Esta decisión, llevada a cabo de manera exprés el 1 de agosto de 2025, recibió el respaldo de una mayoría abrumadora en la Asamblea Legislativa, donde el presidente Nayib Bukele mantiene una sólida influencia con 57 de 60 votos. La reforma no solo extiende el periodo presidencial de cinco a seis años, sino que también elimina la segunda vuelta electoral, marcando un cambio profundo en la configuración política nacional.
Reelección indefinida: Un camino hacia el autoritarismo
La reelección indefinida, una tendencia observada con alarmante frecuencia en países latinoamericanos como Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, ha sido históricamente percibida como un vehículo hacia el autoritarismo. En varias de estas naciones, la reelección ilimitada ha permitido a los líderes perpetuar su dominio político, socavando las instituciones democráticas y llevando a regímenes autocráticos. Para los críticos, la situación en El Salvador evoca terribles recuerdos de líderes que consolidan su poder al eliminar las restricciones de mandato, dejando a un lado el equilibrio de poderes esencial para una democracia saludable.
Implicaciones para la democracia salvadoreña
Expertos como Mario Torrico y Agustín Grijalva han expresado su preocupación de que la reelección indefinida podría llevar a El Salvador hacia una senda de autocratización. Argumentan que, aunque algunos países desarrollados permiten la reelección indefinida, las diferencias entre los sistemas presidenciales y parlamentarios son cruciales. En un sistema como el salvadoreño, donde el poder presidencial está ampliamente concentrado, el riesgo de erosión democrática es considerablemente mayor.
Reacciones internacionales y argumentos de Bukele
La reforma ha generado críticas por parte de organismos internacionales como Human Rights Watch. Juanita Goebertus, directora para América, advirtió sobre los potenciales peligros para El Salvador, trazando paralelismos con el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, donde la popularidad del líder permitió una concentración del poder que culminó en un régimen dictatorial. Por su parte, el presidente Bukele ha defendido la reforma, comparando la política de reelección indefinida con ciertos países desarrollados y desestimando las críticas como meros «pretextos».
La historia se repite: Lecciones para El Salvador
Los ejemplos de reelección indefinida en América Latina ofrecen valiosas lecciones sobre los peligros de concentrar el poder político. Países como Ecuador y Bolivia, que más tarde retomaron límites de mandato tras períodos de liderazgo autocrático, demuestran que aunque la reelección indefinida pueda parecer un avance democrático, a menudo puede ser un preludio a la pérdida de libertad y derechos civiles. La experiencia internacional nos recuerda que mantener el equilibrio de poder es esencial para salvaguardar las libertades democráticas.
Conclusiones sobre el futuro democrático de El Salvador
A medida que El Salvador avanza con este controvertido cambio en su constitución, es imperativo que siga siendo vigilante para evitar un deslizamiento hacia el autoritarismo. Los líderes políticos, la sociedad civil y la comunidad internacional deben trabajar juntos para asegurar que la democracia salvadoreña no solo sobreviva, sino que florezca, manteniendo la premisa de que el poder debe ser temporal y sujeto a control, para generar un futuro más justo e igualitario para todos sus ciudadanos.